Sufrimiento
Sufrimiento
Todo el mundo ha experimentado sufrimiento. Todos saben que cuando estás sufriendo estás dispuesto a hacer cualquier cosa para detenerlo. Esta fue la experiencia de una mujer mencionada en el evangelio de Marcos.
Una mujer de la multitud hacía doce años que sufría una hemorragia continua.… a lo largo de los años, había gastado todo lo que tenía para poder pagarles [a los médicos], pero… se puso peor. Ella había oído de Jesús, así que se le acercó por detrás entre la multitud y tocó su túnica. Pues pensó: «Si tan solo tocara su túnica, quedaré sana». – Marcos 5:21-34
En su desesperación, esta mujer no estaba preocupada por interrumpir a Jesús mientras iba en su camino para salvar a una niña, o que ella ni siquiera debía estar entre la multitud y mucho menos tocar a Jesús, ya que según la ley, su sangrado los haría inmundos. Solo había una cosa en su mente: tocar la túnica de Jesús significaría el fin de su sufrimiento.
Al instante, la hemorragia se detuvo, y ella pudo sentir en su cuerpo que había sido sanada de su terrible condición. – Marcos 5:30
Su fe en Jesús en medio de su desesperación significó la liberación de su sufrimiento.
Pero espera. ¿No había una multitud? Entonces, ¿por qué solo hay una historia de sanidad? A veces somos parte de la multitud que rodea a Jesús, pero no estamos lo suficientemente desesperados como para comprender cuánto lo necesitamos. Y si no estamos lo suficientemente desesperados, no nos acercaremos lo suficiente para un milagro.
Así como entonces, hay mucha gente necesitada de un milagro. Sin embargo, nuestro sufrimiento no es solo físico, sino muchas veces emocional. Estamos desesperados por satisfacción, amor, afecto, propósito y pertenencia, y no podemos encontrar la solución en ninguna parte.
Escuchamos de Jesús haciendo milagros y cambiando vidas, pero pensamos que no lo necesitamos. No estamos lo suficientemente desesperados para estar dispuestos a dar el paso de fe que tomó esta mujer. ¿Esperaremos a que las cosas empeoren?
¿Qué hay en tu mente? La solución a tu sufrimiento es simple. Tienes una necesidad y Jesús puede satisfacerla. Sólo debes estar dispuesto a acercarte lo suficiente a él. Entonces también escucharás las mismas palabras:
“…tu fe te ha sanado. Ve en paz. Se acabó tu sufrimiento. – Marcos 5:34
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