El Padre Nuestro – el Rey (parte 3)
Como hemos comentado en nuestros blogs anteriores, el amor es de suma importancia en el reino de Dios. ¿Por qué? Aunque Dios es nuestro rey, también es nuestro Padre. Convertirse en sus hijos tuvo un precio enorme: el sacrificio de Jesús en la cruz. Él nos salvó, no para convertirse en nuestro rey (que ya lo era), sino para convertirnos en nuestro padre.
Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios. – Juan 1:12-13
Más que formar parte de un reino, la salvación nos hizo parte de una familia. Como sabemos, no existe una familia perfecta y siempre hay conflictos entre los miembros de la familia. Así como cualquier padre quiere paz entre sus hijos, nuestro Padre celestial quiere paz en su familia. Por eso que es tan importante amar a nuestro prójimo hermanos y hermanas.
Una forma de mostrar nuestro amor a Dios es imitarlo. La palabra de Dios establece claramente que Su familia debe heredar Sus rasgos.
- Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros… – Efesios 5:1-2
- Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual… se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo… se humilló a sí mismo, haciéndose obediente… – Filipenses 2:5-8
- y revestido del nuevo, el cual conforme a la imagen del que lo creó se va renovando hasta el conocimiento pleno – Colosenses 3:10
- Sed santos, porque yo soy santo – 1 Pedro 1:16
- Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. – Mateo 5:48
Otra forma de mostrar amor a Dios es someterse a Él.
Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. – Mateo 6:10
Un Padre perfecto sabe qué es lo mejor para Su familia. Si Sus hijos entienden esto, no tendrán problema en seguir la voluntad del Padre. Por eso oramos “Hágase tu voluntad”. Esto significa orar para que se haga Su voluntad en la tierra, así como en nuestras vidas. Significa que estamos pidiendo que se haga Su voluntad…
- En cómo vivimos (nuestro comportamiento y cómo nos relacionamos con los demás)
- En nuestros sueños y esperanzas
- En el uso de nuestro tiempo
- En la vida de nuestros hijos
- En nuestras posesiones (finanzas)
¿Por qué debería entregar mi voluntad a Dios? Estoy bastante seguro de que yo quiero lo mejor para mí. Sin embargo, no siempre tengo toda la información o sé cuál es la mejor decisión. Ciertamente no conozco el futuro. Dios conoce el futuro y definitivamente sabe lo mejor para mí. Por lo tanto, entregar mi voluntad a Dios y confiar en Él es mi mejor decisión; una decisión que me permite vivir en paz en medio de cualquier circunstancia.
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