Mírate en el espejo
Toda persona que tiene algún sentido acerca de su apariencia personal se asegura de dar una mirada al espejo antes de salir de su casa. El propósito es asegurarnos que nuestra apariencia “no hable mal” de nuestra persona. No queremos que nuestra apariencia de una mala impresión acerca de nosotros.
La realidad es que no podemos alcanzar una apariencia perfecta. No importa cuán arduo trabajes por mejorar tu apariencia, siempre habrá algo que la empañe cualquier nivel de “perfección” logrado. Por ejemplo, no se puede evitar los “accidentes visuales” que pueden quedar en tu nariz luego de estornudar (¿Y quién no estornuda?). Este tipo de cosas tienen la capacidad de convertirse en el foco de atención, haciendo que cualquier nivel de belleza alcanzado pase desapercibido. Por más que cuidadoso que seamos esta es una situación que le puede pasar a cualquier persona.
De igual manera sucede con nuestra “apariencia” espiritual. Aunque hagamos un gran esfuerzo por lograr la perfección espiritual siempre habrá algo que empañará nuestro logro quitando el enfoque de lo “perfecto” y llevándolo hacia las imperfecciones. Por más que lo intentemos nunca podremos evitar esta situación. Si miramos en nuestro espejo espiritual puede ser que no nos guste lo que vemos.
Nuestros intentos por lograr la perfección son vanos. Es por razón que Dios nos ofrece Su plan de redención a través de Jesús.Mediante el sacrificio de Jesús nuestras imperfecciones espirituales son cubiertas con Su perfección.
En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. – Efesios 4:22-24
Nuestro esfuerzo por lograr la perfección espiritual no nos lleva a ningún lugar, pero cuando permitimos que la apariencia de Jesús sea la que nos represente todo nivel de imperfección desaparece ante la gloriosa perfección de nuestro redentor.
Que la próxima vez que te mires al espejo la imagen que veas sea la de Jesús.
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