Control de daño
Los hijos de Dios no somos perfectos. Solo tienes que buscar en cualquier iglesia y encontraras un ejemplo. También puedes buscar en la biblia, pues Dios nunca ha tenido la intención de ocultar los defectos de sus hijos. Más bien, él se aprovecha de esos defectos para manifestar Su gloria en nosotros.
Jacob había sido escogido por Dios desde antes de nacer, pero las intenciones de él y su madre para forzar la promesa solo lograron que este tuviera que huir para preservar su vida. Es aquí donde Dios tiene que intervenir para controlar el daño hecho por un hijo que no supo esperar el tiempo de Dios (Genesis 25-32).
El proceso no fue fácil para Jacob. El obtuvo lo que quiso mediante engaño. Pero de la misma forma fue engañado, y tuvo que trabajar en exceso para poder obtener lo que quería. Esto le enseñaría la importancia de saber esperar y tener que trabajar duro por lo que se quiere. Pero más importante tuvo que dejar de confiar en su propia capacidad, y entregarse a la misericordia de Dios cuando iba a encontrarse con el hermano a quien le había robado la primogenitura.
El proceso de control de daño es necesario para moldearnos a la forma que Dios necesita para poder utilizarnos y cumplir su propósito en nosotros.
En nuestro caminar habrá momentos en que actuaremos como Jacob, o quizás como David o Pedro, pero si hemos puesto nuestra confianza en Dios podemos estar seguros de que Él se encargará de establecer su plan de control de daño para traernos de regreso a su perfecta voluntad.
Cuando reconocemos que nos hemos apartado del propósito de Dios nos llenamos de dudas y la tendencia es creer que no es posible recuperarnos, pero es en este justo momento cuando es necesario que lleguemos a la misma conclusión de Pablo:
[Dios] me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias; porque cuando soy débil, entonces soy fuerte. – 2da Corintios 12:9-10
¿Sientes que ya no puedes más? Alégrate, porque ahora que no tienes fuerza Dios ha de manifestar Su poder en tu vida. Permite que Dios lleve a cabo Su proceso en ti.
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