El valor de una persona
¿Cómo valoramos a otras personas? Normalmente valoramos a personas que son amables, amistosas, consideradas, responsables, tratan a otros con respeto, y tienen otras características similares a estas. Personas así son fáciles de amar. Por otro lado, tendemos a evitar cualquier tipo de relación o rechazar a aquellas personas que muestran características contrarias a estas. Directa o indirectamente, a este grupo de personas no les damos el mismo valor que al primer grupo.
Desde el punto de vista del reino de los cielos, todos y cada uno de nosotros, sin excepción alguna, merecemos ser rechazados:
por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios – Romanos 3:23
y como consecuencia,
la paga del pecado es muerte – Romanos 6:23a
Desde el tiempo del Edén seguimos creyéndonos la mentira de que podemos “ser como Dios”. Al hacer esto, efectivamente declaramos nuestra independencia de Dios, y como resultado, somos destituidos eternamente de Su presencia.
Si fuéramos valorados por nuestros propios estándares, Dios debería de rechazarnos y evitar cualquier tipo de relación con nosotros. Si alguien tiene justificación para hacer eso, es Dios. Quizás no todos hayamos cometido pecados “grandes”. Pero, lo cierto es que todos le hemos rechazado al ponemos a nosotros en el lugar que solo le pertenece a Dios. De acuerdo a esto, nuestro futuro ante Dios debería ser destitución eterna.
Afortunadamente, esa no es la manera como Dios nos ve. El amor de Dios no es como el de nosotros. El valor que Dios le da a cada una de sus criaturas es tan grande que se entregó a sí mismo, a través de Jesús, para darnos la oportunidad de volver a disfrutar de su gloria en la eternidad.
mas la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro – Romanos 6:23b
¡Regocíjate! Tu eres sumamente valioso para Dios.
Dios ha establecido un estándar para que nosotros imitemos. Pero de esto hablaremos en otra ocasión.
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