Lecciones sencillas de la carta a los Romanos – parte 10
El equipo ganador
¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? – Romanos 8:31-32
Cuando yo era un niño y jugaba béisbol con otros niños, recuerdo que los líderes de cada equipo se aseguraban de elegir siempre los mejores jugadores primero. De esta manera se aseguraban de que su equipo tenía la ventaja. Como miembros del equipo de Cristo, sabemos que tenemos EL MEJOR jugador en nuestro equipo. Podemos tener un mal turno al bate, o puede que cometamos un error en la defensa, pero hay una cosa que sabemos con certeza: NUESTRO EQUIPO VA A GANAR.
¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. – Romanos 8:33-34
Puede ser que haya gente gritandonos en los «bleachers» porque no estamos teniendo nuestro mejor juego, sin embargo, Cristo Jesús (nuestro dirigente, y la estrella del equipo) dará la cara por nosotros. Nuestro promedio de bateo podría no ser el mejor, pero aun asi El nos mantendrá en el juego.
¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?…Antes, en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Por lo cual estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni potestades, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro. – Romanos 8:35-39
En los últimos versículos del capítulo 8, Pablo menciona una serie de cosas que podrían hacer que cualquier persona huya (persecución, espada, muerte, demonios, etc.) Pero, una vez que se ha tenido la experiencia del amor de Cristo no hay nada en este mundo (físico o espiritual) que nos haga separarnos de su lado. No hay ninguna razón para abandonar el equipo ganador. NINGUNA.
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