La temporada olvidada
Durante algunas semanas hemos estado disfrutando de la primavera: los árboles, las flores, el clima, días más largos, las actividades al aire libre, etc. En el olvido ha quedado el invierno con su clima frío, los árboles sin hojas, los días más cortos, etc.
Año tras año vemos los efectos del invierno en la naturaleza. Cualquier persona que no está acostumbrada a los cambios que vienen con las estaciones del año se vería afectada al mirar los árboles sin hojas durante el invierno. Pero hemos aprendido que, aunque parece que no hay esperanza, los árboles volverán a la vida cuando llegue la primavera. ¿Cómo sucede esto? Todo sucede naturalmente.
Nosotros también pasamos por temporadas en nuestras vidas. Pero cuando nuestra temporada de invierno llega, y se siente como si hubiésemos perdido todas «nuestras hojas», perdemos la esperanza y actuamos como si fuera el final. En lugar de esto, deberíamos seguir el ejemplo de los árboles. Estos no están «preocupados» cuando comienzan a perder sus hojas o cuando ya no quedan hojas en ellos. Sólo «confían» que las leyes establecidas por Dios, se cumplirán una vez más, y que pronto un precioso proceso de recuperación traerá nuevas hojas y su majestad será restaurada.
Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. – Génesis 1:27
Somos la imagen de Dios. No fuimos creados para sufrimiento. Ni tampoco se nos creó para muerte. Si Dios hubiera querido que muriéramos no habría puesto el árbol de la vida en el medio del jardín (Génesis 2:9). El sufrimiento y la muerte llegaron como consecuencia del pecado.
Echó, pues, fuera al hombre, y puso al oriente del huerto de Edén querubines, y una espada encendida que se revolvía por todos lados, para guardar el camino del árbol de la vida. – Génesis 3:24
Sin embargo, Dios creó una ley para que nos ayude a volver a recuperarnos de la temporada de invierno y nos lleve a una nueva vida: la fe en Jesús.
Suena simple. ¡Así Es! De la misma forma que confiamos en que siempre habrá una primavera después del invierno, podemos confiar en que Jesús siempre estará ahí para ayudarnos a recuperarnos de todo lo que nos enfrentemos en nuestras vidas, y aún más, para darnos una primavera sin fin: la eterna vida.
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