¿Dónde están los chocolates?
Habiendo pasado varias semanas del día de San Valentín es de esperar que se hayan terminado los chocolates que te regalaron. Claro está, si el que te regaló los chocolates lo hizo por amor, en cualquier momento puedes esperar recibir más.
Lo cierto es que como humanos a veces en lugar de chocolates deseamos regalar laxantes (Advertencia: no intente hacer esto). Nuestras emociones son fácilmente dirigidas por las circunstancias. Una diferencia de criterio, un coraje, un malentendido y cosas como estas afectan nuestra relación con nuestros seres queridos.
Como ofensores en nuestra relación con Dios podríamos esperar rechazo de su parte. Pero, ¡Qué bueno que Dios no es como nosotros! Es cierto que el pecado nos separa de la presencia de Dios (Romanos 3:23), pero también es cierto que su amor por nosotros es tan inmenso que entregó a su hijo en sacrifico por nuestros pecados para darnos la oportunidad de restablecer nuestra relación con él.
Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas? ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica. ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros. – Romanos 8:31-34
No hay nada en este mundo que te pueda separar del amor de Dios. Solo tú puedes rechazarlo. Como amante del chocolate, no hay razón para rechazar un regalo de chocolate. Mucho menos existe razón alguna para rechazar el regalo de amor y vida que me ofrece Dios.
Los chocolates se acabarán, pero no habrá un día en tu vida que dejes de recibir el suplido del amor de Dios.
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