El Reino de los Cielos – Parte 11
La obediencia es necesaria para entrar en el Reino de los Cielos.
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mí, hacedores de maldad. – Mateo 7:21-23
Uno podría pensar que alguien que es capaz de hacer milagros ‘en el nombre de Jesús’ tienen abiertas las puertas en el Reino de los Cielos, pero este verso de la Biblia nos muestra que esto no es necesariamente así. Esto no se trata de nuestro conocimiento de la Biblia, de religión, o de milagros. Se trata de la obediencia. A aquellos mencionados en estos versículos se les negó la entrada al Reino de los Cielos. ¿Por qué? Tal vez no fueron llamados a hacer milagros, sino a servir. Tal vez fueron llamados a hacer milagros, pero no eran obedientes en otros ámbitos. Una cosa es segura: no estaban haciendo la voluntad de Dios.
Estamos obligados a confesar a Jesús como nuestro Señor, pero esto no tiene sentido hasta que nos sometemos a su voluntad en obediencia.
Algunas definiciones para la obediencia son las siguientes:
- El acto de obedecer, o el estado de ser obediente; cumplir lo que es requerido por autoridad; sujeción.
- Comportamiento obediente o sumiso con respecto a otra persona
Si realmente queremos aceptar a Jesús como nuestro Señor, tenemos que cumplir con su autoridad y actuar en comportamiento sumiso a él.
El requisito de la obediencia está incluido en la oración que Jesús nos dejó como modelo.
Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. – Mateo 6:10
Cuando oramos «Hágase tu voluntad» estamos orando para que la voluntad de Dios se haga en tierra, incluyendo nuestras vidas. De hecho, este proceso debería iniciarse con nosotros.
Nuestro amor por él se demuestra en nuestra obediencia.
Si me amáis, guardad mis mandamientos – Juan 14:15
El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él – Juan 14:21
Si guardareis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor. – Juan 15:10
Somos considerados amigos de Jesús cuando obedecemos sus órdenes.
Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. – Juan 15:14
No basta con escucharle; estamos obligados a seguirlo.
Mis ovejas oyen mi voz, y yo las conozco, y me siguen – Juan 10:27
Pero ¿qué os parece? Un hombre tenía dos hijos, y acercándose al primero, le dijo: Hijo, ve hoy a trabajar en mi viña. Respondiendo él, dijo: No quiero; pero después, arrepentido, fue. Y acercándose al otro, le dijo de la misma manera; y respondiendo él, dijo: Sí, señor, voy. Y no fue. ¿Cuál de los dos hizo la voluntad de su padre? Dijeron ellos: El primero. Mateo 21:28-31
Esta parábola es algo similar a los niños que dicen «sí» cuando sus padres les piden que hagan algo, pero en sus corazones nunca tuvieron la intención de hacerlo. Tengamos cuidado de que no se nos encuentre haciendo como ellos.
Sería una vergüenza ser rechazado por Dios después de pensar que hemos estado al servicio de él durante nuestras vidas. Analicémonos para asegurarnos de que estamos confesando a Jesús como Señor con nuestras bocas, mientras nos presentamos en obediencia a su voluntad con nuestras vidas.
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